¡Hola! Una vez pensé que tenía poderes mágicos, o por lo menos la capacidad de invocar. Estábamos mis amigas y yo en un restaurante de corte medieval en un área de servicio en algún punto kilométrico entre Luanco y Madrid (más cerca de Asturias que de Madrid). Teníamos mucha prisa por llegar porque una de nosotras debía coger un vuelo en el aeropuerto de Barajas en apenas tres horas. A pesar de las prisas nos dió por celebrar el cumpleaños de Sara comiendo chuletones con mantel de hilo y por eso estábamos en aquel lugar sentadas en una mesa con todo lujo de detalles. En el transcurso de la comida recordamos a una chica contra la que jugábamos al rugby. Nos pasamos la comida hablando de ella. Continuamos el camino a Madrid en el viaje más trepidante que he hecho en mi vida (perdíamos el avión), paramos en una gasolinera y bajé del coche rápidamente para ir al baño (creo que iba yo sola, o igual con una de mis amigas pero el resto se quedó en el coche) y... ahí estaba ella, la chica de la que habíamos estado hablando toda la comida. ¿Qué posibilidades había de que un día a finales de julio, a las cuatro de la tarde estuviera en una gasolinera en... Benavente? Cuando llegué al coche y lo conté todas dijeron: ¡Sí, claro! ¿y qué más? No había tiempo para comprobaciones, el avión no nos iba a esperar. Si llegamos a tiempo o no, es otra historia. Deseo de corazón que disfrutes con estos contenidos. Gracias por leer y por compartir. Sonia |
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no groserias