¡Hola! Hace algunos años, hice una escapada en pareja a La Rioja, a la zona de Cameros. No llevábamos idea de hacer senderismo ni largas excusiones. En la recepción del hotelito donde nos alojábamos nos hablaron de una ruta circular de tres kilómetros, muy bonita y que cruzaba un pequeño riachuelo: "Dejáis el coche en el aparcamiento, cogéis la carretera que rodea la montaña y enseguida veis el desvío", nos dijeron. Era julio, no hacía calor (la previsión daba lluvia pero como la ruta era corta no nos iba a pillar), nos pareció buena idea. El equipo para la excursión era simple: una botella de agua de medio litro, unas zapatillas Converse con calcetines hipertobilleros y unos vaqueros. Nunca vimos el desvío, anduvimos más de diez kilómetros con la esperanza de verlo al cabo de la siguiente curva (otra curva más, otra curva más... y así hasta infinitas). Cuando la lluvia arreciaba decidimos desandar esos mismos más de diez kilómetros. Sin cobertura, sin agua, sin paraguas, mojados, con ampollas en los pies y con cinco horas de caminata inesperada encima, llegamos exhaustos al aparcamiento, después de ver, 500 metros antes, el desvío que alguien acababa de colocar ahí. Deseo de corazón que disfrutes con estos contenidos. Gracias por leer y por compartir. Sonia |